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Suplementos en función del sexo del deportista

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Estamos asistiendo a una afortunada revolución en el trato general a la mujer en todos los ámbitos. Algunos aspectos son apasionantes, como el trato laboral, la revolución sexual etc, pero a mí el que me atrae, desde el punto de vista de mi profesión, es el rendimiento deportivo. El acceso de la mujer a la práctica del deporte de alta competición ha sido espectacular. Algunos ya lo avanzábamos hace años (en mi caso, siempre he pensado que se debería al hecho del atraso en el que estábamos anclados hace veinte años, en relación con el varón). Las limitaciones que hemos estudiado los médicos en la especialidad de medicina del deporte, se debían, fundamentalmente, a condiciones que involucraban el sistema de transporte de oxígeno (menor capacidad cardiovascular y de entrega del oxígeno (diferencia arterio-venosa)), al propio músculo (menos porcentaje muscular y más graso, junto a una distribución de fibras menos optimizada para la exigencia deportiva), a la anatomía (pelv

Y qué decir de nuestra madre España, este país de todos los demonios

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  Aunque el deporte, como práctica reglamentada, es muy antiguo ( existen utensilios y estructuras que sugieren que los chinos realizaron actividades deportivas ya en el año 4000 a. C,), su práctica generalizada en amplias capas de la población, es muy moderna. De hecho, el deporte profesional era minoritario hace tan solo cuarenta años, e incluso permanece, hoy día, confinado a los países plenamente desarrollados. Aún recuerdo la preparación del plan ADO, que se creó para dotar de recursos económicos a deportistas españoles que podían ser medallas en Barcelona-92 (como finalmente ocurrió). Durante la guerra fría, el deporte era “cuestión de Estado” en los países de la órbita soviética, ya que se le utilizaba como arma propagandística de primer orden. Recuerdo en mi estancia en Colonia (Alemania) en la   Deutsche Sporthochschule, que al preguntarle a los responsables de los nadadores alemanes de la zona occidental por el gran nivel de sus homólogos orientales, siempre no