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Mostrando entradas de diciembre, 2014

¿Y para los resfriados no hay nada?

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En medicina del deporte, se acepta que el ejercicio agudo y crónico altera el número y función de las células del sistema inmune innato –por ejemplo, neutrófilos, monocitos y células NK circulantes-.  Sin embargo, no sabemos si el ejercicio altera la migración de las células inmunes innatas y hay muy poca información sobre los efectos del ejercicio en las células dendítricas, lo que es una lástima dada la poderosa influencia de estas células en la iniciación de la respuesta inmune.  Lo que sí podemos decir es que hay linfocitosis durante e inmediatamente después del ejercicio y que es proporcional a su intensidad, hasta retornar a valores previos a las 24 horas. En cualquier caso, mientras se justifica desde un punto de vista científico, los médicos que nos dedicamos a la medicina del deporte, tenemos que lidiar con una especial susceptibilidad a las infecciones banales (resfriados, por ejemplo), en deportistas a los que tratamos de forma habitual. En este contexto,

El temido "sobreentrenamiento"

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A veces un exceso de celo, la insuficiente adaptación al entrenamiento programado o una mala planificación, desemboca en un estado de “baja forma” con pésimas sensaciones y malos resultados en los test de campo rutinarios. En estas circunstancias es habitual que el preparador te envíe al deportista para que hagas el diagnóstico entre un simple exceso de trabajo (Overreaching) y un estado real de sobreentrenamiento (Overtraining). Esa diferencia no es solo conceptual, sino que implica emplear una estrategia muy diferente para devolver al deportista a su estado de forma inicial. Mientras que en el estado pasado de forma, la solución es tan simple como disminuir la carga de entrenamiento y dar un intervalo de descanso mayor en el microciclo en el que se esté, el sobreentrenamiento conlleva cambios fisiológicos que obligan a una estrategia de largo plazo (incluso meses) hasta regresar al estado de forma previo, modificando mesociclos e incluso alterando todo el macrociclo de entrenami

Más efectos de los polifenoles

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La apigenina es un flavonoide (uno de los polifenoles que hemos visto en el artículo anterior), presente, en cantidades muy variables, en numerosos vegetales utilizados en la alimentación humana. Se encuentra en condimentos y hierbas aromáticas como el perejil, el tomillo o el orégano, el apio, las lechugas, las alcachofas o las cebollas rojas, así como en bebidas e infusiones, tales como la manzanilla, el vino tinto, y el té verde. Tiene una capacidad antiinflamatoria notoria basada en su capacidad de inhibir tanto PLA2, COX-2 y 5-LOX, como la expresión de iNOS (para no estudiosos de las ciencias biológicas, digamos que son enzimas ligadas a la inflamación). Nuestro grupo investigó hace unos años, los antioxidantes ligados al romero (carnosol y ácido carnósico), con resultados muy positivos, pero la apigenina siempre me ha cautivado por su potente efecto ampliamente probado en la inflamación crónica. De hecho, me interesó, particularmente el efecto agonista de PPARγ

Hablemos de los antioxidantes de las plantas

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Las plantas tienen mecanismos creados por cientos de miles de años de evolución, para afrontar circunstancias adversas como sequías, radiación solar intensa o la invasión de plagas. Uno de esos mecanismos es la presencia de unos compuestos químicos caracterizados por la presencia de más de un grupo fenol por molécula, llamados, por tanto, polifenoles.  La capacidad de los polifenoles para modular la actividad de diferentes enzimas, y para interferir en procesos celulares se debe a las características fisicoquímicas de estos compuestos, que les permiten participar en reacciones metabólicas de óxido-reducción (propiedades antioxidantes). Nosotros provenimos de un pasado arborícola en el que nuestros alimentos eran, preferentemente, frutas, raíces y plantas ricas en estos compuestos. Lógicamente, nuestro organismo aprovechaba esas características físico químicas de estos compuestos obtenidos de las plantas, para controlar los procesos internos de óxido reducción y evitar el efe

De nuevo la historia de que las dietas altas en proteínas dañan la función renal...

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Como parece que hace falta seguir insistiendo en el tema, pongo, a continuación, un estudio independiente, realizado en base a un estudio bibliográfico exhaustivo: Las guías de práctica clínica (1-4) y los sumarios de evidencia (5,6) sobre el manejo de la obesidad que han sido revisados, no mencionan la afectación renal como efecto adverso asociado a la utilización de dietas con alto contenido proteico. En el sumario de evidencia de Uptodate (5) se indica únicamente que la elevada ingesta de proteínas en la dieta, debido a su carga productora de ácido, aumenta la excreción urinaria de calcio lo que podría suponer un riesgo a largo plazo para la nefrolitiasis (y de un teórico riesgo de pérdida de masa ósea). Y en el sumario de evidencia de Dynamed (6) se menciona, en concreto, que no hay evidencia significativa de que la ingesta elevada de proteínas tenga un efecto adverso sobre la función renal en personas sanas (utilizando como referencia la informa