El misterioso efecto del enjuague oral con una bebida rica en carbohidratos



Hace tiempo tuve ocasión de leer un curioso estudio en el que se pensaba que había factores añadidos a la pura absorción de carbohidratos en  el aumento de la resistencia en deportistas que se sometían a pruebas de duración superior a 2 horas en test de laboratorio. Los autores de estos estudios pensaban que había algo a nivel central que sensibilizaba señalizadores cuando se bebía algo dulce y comenzaron a estudiar situaciones en las que se proporcionaba al deportista la bebida y se le pedía que la escupiera, de forma que no hubiera absorción. Los estudios se llevaron a cabo en la Escuela de Deporte y Ejercicio de la Universidad de Loughborough, en Reino Unido. En esa época empecé a ponerlo en práctica con corredores de pruebas como la media maratón, que eran incapaces de tomar ninguna bebida durante la carrera porque la vomitaban o les sentaba fatal. Mi experiencia fue fantástica, aunque limitada a los entrenamientos ya que en competición se veían limitados por la imposibilidad de preparar una bebida al margen de las oficiales de los avituallamientos (en teoría se puede llevar con una hora de antelación a la organización con tu nombre, pero eso es impracticable en la realidad).


Ahora leo una publicación muy reciente (mes de octubre pasado) cuyos autores son Louise Burke, una experta en nutrición aplicada al deporte de alto nivel, perteneciente al  Instituto Australiano del Deporte y Ron Maughan, profesor Emérito británico de mi absoluta confianza. En el estudio, se examina la evidencia de que la ingesta oral de otros nutrientes o características asociadas con la ingesta de alimentos/líquidos durante el ejercicio puede mejorar el rendimiento a través de la comunicación entre la boca / intestino y el cerebro. Se reconoce que la respuesta a los hidratos de carbono ingeridos comienza en la boca a través de receptores específicos de hidratos de carbono y continúa en el intestino a través de la liberación de una serie de hormonas que influyen en el metabolismo del sustrato. Engañamos a nuestro cerebro automático, que es el que funciona al 100% en el deporte de intensidad.

Es una satisfacción verificar con estudios y criterios científicos, lo que en la práctica empleamos los médicos de “pie de campo” con las estrategias que hemos observado y a veces “copiado” pero sin el respaldo del conocimiento científico. La magia que nos ha puesto a algunos médicos en “observación” frente a otros colegas que sencillamente se entregaban a la práctica del dopaje, va haciéndose ciencia y va tomando carta de consenso. Me alegro.

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